jueves, 22 de agosto de 2013

La Senda de las Aromáticas (Fresnillo de las Dueñas, BURGOS)

Os proponemos hoy una bonita cercana ruta, pues transcurre por la ribera sur del río Duero, en buena parte a través de terrenos próximos a Kinedomus Bienestar, por los términos de las localidades ribereñas de Fresnillo de las Dueñas y de Fuentespina.
La ruta es bien bonita e interesante, encontrando una significativa variedad de elementos ambientales, paisajísticos y culturales típicos de la Ribera del Duero. Se trata de un PR (sendero de pequeño recorrido, señalado por marcas blancas y amartillas) descrito en la guía de senderos de la Ribera como “BU 161”, de hasta casi 17 km. y unas 4 horas de caminar (personal bien entrenado no menos de 3), pero adaptable, según gustos, tiempo y ganas a diversas opciones, ya que el trazado permite acortar o retornar en varios puntos; siendo circular, es realizable en ambos sentidos, sin que la dificultad suba a causa de su orografía: todo son llanos y pendientes suaves (solo 215 m. de ascenso total).
Los aspectos urbanos, monumentales, artísticos, etc., de Fresnillo y Fuentespina están descritos en este mismo Blog, en las rutas de 08 y 23 de julio reciente, por lo que evitamos repetirnos aquí. Aconsejamos, sí, contar con tiempo suficiente para, como mínimo, hacer un pequeño paseo; también por la zona de bodegas donde, con un poco de suerte, podemos incluso ser gratificados con un trago de clarete fresquito y hasta con una parrafada a la sombra, con el paisano de turno, tras el saludo o comentario atinado.
Partimos de Kinedomus Bienestar a pié, ya que el hotel está muy cerca de la salida / llegada de Fresnillo y de alguno de los tramos de la propia ruta. Por la linde de la parcela este (ahora un perfectamente practicable rastrojo) accedemos a un camino que nos lleva a Fresnillo y su plaza mayor. Al fondo de la plaza, detrás de la fuente de San Pedro, un panel señala el inicio del sendero e informa de lo más significativo.
La senda es siempre un cómodo camino y está bastante bien señalizada, pero en los cruces conviene ir atento porque a veces, sin sitio ideal para la marca, ésta puede estar no muy a la vista o algo antes o después del cruce. Actualmente se construye la autovía del Duero y, a la ida desde Fresnillo, llegando al canal de Guma, puede haber alguna dificultad. Hay que buscar el paso bajo la autovía, atravesar el canal y tomar hacia la izquierda, hasta encontrar nuevamente la marca.
Tras haber atravesado la vega, en el km. 3.5 de la ruta, a la derecha, se deja el camino del canal y entramos en el monte. Para nosotros ésta es la zona más bonita y, también, la más cómoda en días de calor o de viento y frío. No sabemos muy bien el motivo, pero lo cierto es que nos gustan sobremanera estos caminos y sendas del bosque serpeando entre las encinas, pinos, carrascas, robles, sabinas…, uno siente que está en “su sitio” entre estos aromas a encina, a jara, a tomillo, a resina… En los días de calor tenemos una maravillosa sombra y hasta una pizca de brisa, vale, pero la sensación de pasear por aquí en los días de frió – incluso de nieve -, bien abrigados, protegidos del viento por la barrera de árboles, esa sí que es una sensación única.
Aproximadamente desde el km. 7 de la ruta, se deja el monte y se baja hacia la vega, sobre cuya ladera sur se tiende en, adelante, el camino que se acerca hasta el canal de Guma para rebotar y, remontando de nuevo la suave ladera, dirigirse a Fuentespina, al pricipio entre el cereal; entre viñas a la llegada a esa localidad e inicio de la vuelta hacia el este, para descender nuevamente a la vega a medida que retornamos a Fresnillo.
Una vez en las cercanías de la vega (kms. 9 a 11), es muy fácil, si no se quiere hacer la ruta entera, descender hasta el canal, atravesarlo y, por cualquiera de los diversos puentes y múltiples caminos, dirigirse a Fresnillo y KinedomusBienestar, a la vista durante gran parte del recorrido.
Esta ruta bien pudiera llamarse de los ferrocarriles abandonados o algo parecido, puesto que es el ferrocarril un elemento con el que continuamente nos encontramos: al salir y regresar a Fresnillo, el antiguo Valladolid – Ariza, junto al que habremos caminado algún pequeño tramo ya casi oculto por la vegetación, tras décadas sin pasar trenes; cerca de Fuentespina, también por dos veces, habremos pasado sobre el ferrocarril Madrid – Burgos, también abandonado – recientemente en este caso y tras pocos años de uso, aunque comenzado a construir en los años 20 del siglo pasado - y al regreso y en los aledaños de Fuentespina. Da verdadera pena leer la historia de ambos y tanto esfuerzo en vano, dejado a su suerte, tantas posibilidades perdidas por no se sabe bien que motivos; o al menos los ciudadanos de a pie no somos capaces de entender los motivos, especialmente cuando en gran parte de Europa, espejo en el que se supone que España se mira, el tren es el rey – o casi – del transporte terrestre.
También preside buena parte de la ruta la chimenea de la antigua azucarera de Aranda de Duero, hoy abandonada y destrozada por los amigos de lo ajeno, que han encontrado en las instalaciones su coto particular. Fue una industria muy importante en la zona, tanto para los agricultores (remolacha azucarera), como para el mundo laboral. Hoy es solo historia y, suponemos, espera un nuevo empujón inmobiliario para sacarle un último y sabroso jugo.
Bueno, dejemos a un lado los abandonos y apartemos de nosotros las notas tristes, que hoy se trata de caminar un poco, disfrutar del paisaje, de los pájaros, del aroma de los campos de Castilla y de mover las piernas y el corazón.
¡Adelante y feliz jornada!.
 
La ruta es perfectamente apta, también, para bici y moto todo terreno o caballo.
EnKinedomus Bienestar, disponemos de la guía de senderos y de folletos resumen de la ruta. También os ofrecemos información para la preparación de vuestra ruta y la posibilidad de hacerla guiada.

jueves, 15 de agosto de 2013

Ruta por el Río Riaza: de Montejo de la Vega a la Presa Linares del Arroyo.

Os proponemos hoy una interesante y muy bella ruta. Transcurre junto al río Riaza y, partiendo de Montejo de la Vega de la Serrezuela, llega a la presa de Linares del Arroyo, pasando por la zona más abrupta del cañón del río, sobre todo desde la senda que da acceso al Casuar.
Esta zona pertenece al parque natural de la Hoces del Riaza, a unos pocos minutos en coche de Kinedomus Bienestar, zona muy conocida y visitada. Sin embargo, no nos resistimos a traerla a estas escapadas, ya que es una de nuestras rutas favoritas.
Partimos de Kinedomus Bienestar en coche y con dos posibilidades:
a)  Nacional 122, a la izquierda, hacia Soria; en Vadocondes, a la derecha, a Santa Cruz de la Salceda, de aquí hacia la C–114 y, ya hasta la Presa de Linares, dejando el vehículo en el aparcamiento al inicio de la cuesta de bajada al pié de presa (acceso restringido para vehículos a motor).
b) Seguir nota anterior hasta Santa Cruz de la Salceda y luego (cambio) hacia Fuentelcesped y Montejo de la Vega de la Serrezuela. En realidad esta opción es nuestra preferida.
Opción a): bajar por la carretera hasta la presa, cruzar el río y seguir el camino hasta la ermita románica (ruinas) del Casuar. Luego, por la senda de la Cuesta del Convento, ascender durante 400 m, hasta un semillano que atravesamos para, nuevamente, ver el río, que ha dibujado aquí dos bonitos meandros. Seguimos la senda otro km. y estaremos en el camino de Montejo. Un buen sitio para, si no queremos andar los 3.6 km. hasta el pueblo, comer el bocadillo, reponer líquidos y volver. Hay buena sombra y un par de bancos.
Opción b): Ya en el pueblo de Montejo de la Vega de la Serrezuela, podemos visitar la casa del parque de las Hoces del Riaza, para entender mejor el origen del mismo y la fauna y flora que nos encontraremos. Para comenzar la ruta justo pasado el cauce molinar, tomar, a la izquierda, el camino que, por la vega, nos lleva al este, hacia el parque natural Hoces del Riaza. En vehículo se pueden hacer 2 km., hasta un puente, donde hay que aparcar. Seguimos camino durente 1,6 km. hasta unos 100 m. antes de su fin, una senda (hay indicador) bien marcada asciende por la ladera durante unos metros, para luego trazar a la izquierda más suavemente. Nos lleva hasta la Cuesta del Convento y el Casuar; desde aquí, un camino, y la presa; es el trayecto de la opción a, pero en sentido inverso.
Interés especial de la ruta por:
-     Las ruinas de la ermita románica del Casuar, resto de un antiguo monasterio.

-     El camino entre el Casuar y la presa, junto al río y casi todo él abovedado por carrascas y otros árboles típicos del bosque mediterráneo y de ribera. También en este tramo, cercana ya la presa, el espectacular puente del ferrocarril, a 70 m. sobre el camino.

 
-     A cualquier hora, pero especialmente a 1ª, casi garantizado ver algún corzo. Bajan del monte por la hierba fresca y a beber en el río. Hemos visto también zorros, tejones, ardillas...
-     Pájaros. Destacan águilas, alcones, alimoches... El más abundante y rey del parque, el buitre leonado; espectacular planeador del que no nos cansaremos de observar durante la ruta. Sus masivos aterrizajes del atardecer, son un espectáculo difícilmente igualable. En realidad, el parque se creó a iniciativa de Félix Rodríguez de la Fuente, principalmente, para recuperación de esta especie, en aquéllas fechas en peligro.
-     El conjunto del restaurado molino de Montejo de la Vega y su entorno.
-     La pesca, sobre todo de la trucha.
-     El sistema kárstico (piedra caliza), gastado y roto por milenios de acción (erosión) del río, lluvias, deshielos, vientos…, que ha producido un discontinuo y poco uniforme conjunto de barrancos, meandros, cantiles, oquedades, que se distribuyen desde la zona inundada cercana a la presa, aguas arriba, hasta el Casuar, principalmente. Ello ha facilitado la colonización de rapaces y carroñeras, especialistas en colgar sus nidos en los abismos.
-     Los aromas del río, de las carrascas (sí, el río, las carrascas…, huelen), de los variados tipos de hierbas y arbustos aromáticos, del aire…
Entre los meses de enero y julio (época de nidificación y cría), el acceso está controlado, por lo que es preciso registrarse en las entradas del parque. No hablaremos de lo que debe ser nuestro comportamiento en el Parque (y en cualquier otro sitio, claro); a estas alturas todos tenemos suficiente información.
 
Distancias:
-     Aparcamiento a la presa, 3 km.
-     Presa al Casuar, 5 km.
-     Senda del Casuar al camino de Montejo, 2 km.
-     Montejo al puente (restrinción vehículos), 2 km.
-     Puente a senda Casuar, 1,5 km.
 
Esto para que se pueda valorar y medir trayectos y lo que se quiere o puede caminar, porque el máximo total, ida y vuelta son 28 km., el mínimo 11km (2 h.) , desde el puente límite para coches (lado de Montejo), hasta el aparcamiento de la bajada a la presa, requiere prever un segundo coche para ese punto. Las combinaciones son diversas, como se ve. Otras combinaciones: subir al puente de la vía, pasar el túnel hasta el embalse… ¡Si estás un poco entrenado, adelante y feliz jornada!.
 
No queremos despedirnos sin recordaros que si necesitáis cualquier información para la preparación de vuestra ruta, no dudéis en poneros en contacto con Kinedomus Bienestar.








martes, 6 de agosto de 2013

Escapada en piragua por el Duero, tramo Kinedomus Bienestar (Aranda de Duero) - Fresnillo de las Dueñas


Ayer estuvimos de excursión con las piraguas por el Duero;  y nos lo pasamos genial, así que hoy vamos a contar ese otro modo de hacer un rato de sano ejercicio, tomar el aire y el sol y de disfrutar de una nueva perspectiva de esta siempre interesante Ribera delDuero.

El ejercicio físico en el agua es cosa parecida al ejercicio en tierra. Con tiempo bueno y soleado, salimos ligeros de ropa y nos damos cremita; si no tan bueno, con varias capas de ropa, al menos al principio. Hemos remado en días de calor y el mayor peso era la provisión de agua; en invierno (más con el río helado), ropa de montaña, aunque al entrar en calor haya que quitarse casi todo, porque avanzar con frío – más si hay que romper el hielo -, es exigente. A alguno le sonará raro esto de ir en piragua con el río helado, pero no será la primera vez que lo hacemos como se puede ver en el siguiente video.
Dejemos aventuras del invierno y vayamos a la ruta de hoy, el tramo a que aludimos es de aguas tranquilas ya que una presa aguas abajo contiene el cauce y limita la corriente. En realidad gran parte del Duero, hoy, son aguas tranquilas o con rápidos muy suaves, pequeñas corrientes. Una ruta sin riesgo.
 
 
El esfuerzo, el que tú decidas: más ritmo, velocidad y distancia o, al contrario, más tranquilidad. Eso sí la ruta está marcada en parte: desde el lugar en que echas la piragua al río, solo cabe navegar o aguas arriba (contra corriente), o aguas abajo (a favor de la corriente); ahí no hay alternativa, aunque sí hay muchos sitios de los que partir y a los que llegar. Así que distancia y tiempo, según ganas y disponibilidad. A modo de ejemplo, con compañeros noveles ayer hicimos como 7 km en unas dos horas, parando a hacer fotos, a ver pájaros… Una bonita ruta y un buen paseo.

Hay, claro, más posibilidades que las aguas tranquilas, hay zonas con rápidos potentes, deshielos o lluvias, épocas en que la corriente es muy fuerte o en que el cauce se desborda y ocupa áreas de ribera por donde circunstancialmente se puede navegar… Mucha adrenalina, muy divertido, pero, para eso hay que saber, tener experiencia… Hoy este comentario no va de eso; quizás más adelante.

¿Que qué podemos hacer en el río? Pues lo de siempre, más o menos: ver los pueblos, los campos, las montañas…; solo hay que desembarcar (no siempre hay un buen sitio, ni es fácil llegar al pueblo, al paisaje)… No, vale, es broma; hemos dicho una perspectiva diferente. En realidad, en el río, estamos en el punto más bajo posible del territorio y,  limitados por el casi constante talud y / o por la vegetación. La mirada suele, pues, traernos un horizonte cercano, ya que el río rara vez camina recto. Pero en el río está la mayor sensación de aventura; estamos ante lo desconocido, nos trae de manera intensa aquella sensación de explorador que de pequeños sentíamos en las tardes de verano, con los amigos del pueblo o del camping en la playa…, atentos solo a lo próximo, al siguiente paso en el monte, el río, la laguna, la cueva, a la siguiente rama a que agarrar…, a cuándo encontrarías un ser extraño, algo que cazar, un tesoro, al enemigo…, la aventura.

Recorrer el río es un gozo para los sentidos; estéticamente es precioso, una maravilla, continuamente una postal, un lienzo; está el aleteo, el canto de los pájaros, el viento en las hojas, el agua fresca o cálida en las manos, la sensación de paz, incluso de soledad, de aislamiento y lejanía del mundo, el olor a vegetación, a verde, a vida, a las plantas aromáticas… De vez en cuando, cualquiera que sea el sentido de nuestra marcha – aguas abajo o arriba – hay que darse la vuelta y dar un vistazo al tramo recorrido, para apreciar el dibujo en las dos caras de la moneda, mirar el follaje al trasluz o iluminado, el dibujo de la sombra de los árboles en la lámina de agua…

¿Qué podemos ver desde el río?. ¡Pues el río!. De ninguna otra manera lo vemos tal cual es: no desde puentes, no desde los paseos de los encauces o de las llamadas recuperaciones de ribera - ¿recuperación?, ¿la ribera no era del río y al río se lo hemos tomado prestada? -, a que tanto se han aficionado nuestros munícipes en los últimos años. Reconocemos que queda bien, queda bonito y asequible a todo el mundo, para deporte, para pasear... Pero no es el río. El río es naturaleza, es un lugar salvaje, cambia año a año, estacionalmente…, a su antojo; igual derriba la ribera y árboles enormes, arrastrándoles aguas abajo, que impulsa con su sabia a otros hacia el cielo. El río cierra y abre caminos playas, islas…, llena el cauce de carrizo o lo arrumba a su placer. El río – la orilla – también es selva (o casi): cientos de especies crecen exuberantes, se mezclan y entretejen, pinchan, pican, cortan, enredan, esconden una tímida fauna…; de la menos tímida, aunque siempre mantienen la distancia, los pájaros: garzas, martín pescador, anátidas (patos, para entendernos), imprevisibles vuelos de golondrinas, vencejos... De la fauna acuática, más que nada vemos boqueos, algún salto o remolinos de barbos, carpas, y otros pequeños pececillos; sobre la lámina de agua los aclaraguas (zapateros), libélulas, mariposas continuamente de un lado para otro…

En el río podemos pensar que más allá de la orilla, del talud, están los lugares por los que ayer hemos caminado o que, tal vez, visitaremos mañana; ayer, por ejemplo, asomaba al río la espadaña de la iglesia parroquial de Fresnillo, una de las localidades del Duero más próximo a Aranda, a que hemos aludido ya en otras rutas, como la Vid, Vadocondes, Villalba, Castrillo (ver ruta días 8 y 23 07) o Berlangas y Roa… También, más allá de la orilla, el otro río que nos lleva: planteles de vid asolando el verde de los racimos, que pronto serán mosto… Y más allá, en las rastrojeras, en los perdidos, los rebaños de churras, otro buen motivo para acercarse a esta tierra: el insuperable lechazo asado.
 
¡Feliz jornada!.
 
En Kinedomus Bienestar, puedes informarte o aclarar cualquier cuestión respecto de vuestra ruta.