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miércoles, 4 de junio de 2014

Escapada en Piragua por el río Duero

 



Esta semana os queremos proponer un plan ideal para el verano, una escapada en piragua por el río Duero.

Tanto si es la primera vez que montas en piragua, como si ya lo has hecho otras veces existen diferentes opciones para que disfrutes de tu escapada. Para los que os estáis planteando montar por primera vez, seguro que os asaltan muchas dudas ¿me puedo caer?, ¿pero no hay que saber para montar en piragua?, ¿qué ropa debería llevar?,… Pues tranquilizaros porque con una piragua adecuada es prácticamente imposible caerte, además con unas pequeñas nociones sobre como remar, montar y desmontar puedes disfrutar desde tu primera salida en piragua. Y sobre la ropa, como es de imaginar depende de la climatología, pero lo que si que hay que tener en cuenta en primer lugar es que la ropa se puede mojar y por tanto no llevar tejidos que en mojado sean fríos (como por ejemplo no llevar prendas de algodón) y también tener en cuenta que para montar y desmontar tenemos que hacerlo en la orilla del río y por tanto puede haber plantas urticantes o que pinchen y pon tanto es mejor llevar zapatillas que chanclas. Como decimos con unos pequeños consejos se puede disfrutar desde la primera salida en piragua.

Desde Kinedomus Bienestar tenemos fundamentalmente tres opciones de ruta. Una primera opción que sería salir desde Kinedomus río arriba y llegar hasta la presa del antiguo molino de Fresnillo de las dueñas. Esta ruta es ideal para iniciarse en la piragua, en un entorno seguro y sin corrientes. Como segunda opción se puede ir río abajo hasta Aranda de Duero, en esta alternativa hay que salvar una presa a la altura de la antigua azucarera y por ello requiere un poco más de experiencia para portear las piraguas, pero a cambio como premio se puede terminar la ruta en el conocido embarcadero del Barriles en Aranda de Duero tomando un refrigerio. Para la tercera opción hemos dejado una ruta más larga, pero también muy bonita y variada, con zonas calmadas, pero también algunas corrientes (dependiendo del caudal del río) y la cual lleva desde la localidad de Vadocondes hasta Kinedomus Bienestar, realmente toda una experiencia.

Qué duda cabe que uno de los principales atractivos de hacer una ruta en piragua es el contacto con la naturaleza, en cuanto montas en la piragua y estás dentro del valle del río pierdes la referencia de estar tan cerca de la civilización y tienes la sensación de estar mucho más en contacto con la naturaleza. Es muy frecuente en las rutas divisar todo tipo de fauna acuática, varias especies de patos, garzas, cormoranes (sobre todo en invierno),… pero también muchos grandes mamíferos que se acercan al río a refrescarse. 

Y aunque siempre pensamos más en la piragua en verano, también tenemos que destacar el interés que tiene esta actividad en las distintas estaciones del año. En otoño es muy bonito ver todas las tonalidades de los árboles y cómo las hojas viajan suspendidas en el río. En invierno es mucho más fácil divisar de cerca la fauna del río y el agua baja mucho más transparente siendo toda una experiencia remar por el río cuando este empieza a congelarse. En primavera es el estallido de la naturaleza y en el río tenemos uno de sus mejores exponentes. Y en verano como no es una de las mejores maneras de refrescarse!
Es un plan al aire libre y que nos hace recuperar esa sensación de libertad y aventura.
¿Quieres venir y disfrutarlo?.

En Kinedomus Bienestar tenemos a tu disposición toda la información y ayuda para preparar tu jornada.

¡Feliz escapada!

martes, 6 de agosto de 2013

Escapada en piragua por el Duero, tramo Kinedomus Bienestar (Aranda de Duero) - Fresnillo de las Dueñas


Ayer estuvimos de excursión con las piraguas por el Duero;  y nos lo pasamos genial, así que hoy vamos a contar ese otro modo de hacer un rato de sano ejercicio, tomar el aire y el sol y de disfrutar de una nueva perspectiva de esta siempre interesante Ribera delDuero.

El ejercicio físico en el agua es cosa parecida al ejercicio en tierra. Con tiempo bueno y soleado, salimos ligeros de ropa y nos damos cremita; si no tan bueno, con varias capas de ropa, al menos al principio. Hemos remado en días de calor y el mayor peso era la provisión de agua; en invierno (más con el río helado), ropa de montaña, aunque al entrar en calor haya que quitarse casi todo, porque avanzar con frío – más si hay que romper el hielo -, es exigente. A alguno le sonará raro esto de ir en piragua con el río helado, pero no será la primera vez que lo hacemos como se puede ver en el siguiente video.
Dejemos aventuras del invierno y vayamos a la ruta de hoy, el tramo a que aludimos es de aguas tranquilas ya que una presa aguas abajo contiene el cauce y limita la corriente. En realidad gran parte del Duero, hoy, son aguas tranquilas o con rápidos muy suaves, pequeñas corrientes. Una ruta sin riesgo.
 
 
El esfuerzo, el que tú decidas: más ritmo, velocidad y distancia o, al contrario, más tranquilidad. Eso sí la ruta está marcada en parte: desde el lugar en que echas la piragua al río, solo cabe navegar o aguas arriba (contra corriente), o aguas abajo (a favor de la corriente); ahí no hay alternativa, aunque sí hay muchos sitios de los que partir y a los que llegar. Así que distancia y tiempo, según ganas y disponibilidad. A modo de ejemplo, con compañeros noveles ayer hicimos como 7 km en unas dos horas, parando a hacer fotos, a ver pájaros… Una bonita ruta y un buen paseo.

Hay, claro, más posibilidades que las aguas tranquilas, hay zonas con rápidos potentes, deshielos o lluvias, épocas en que la corriente es muy fuerte o en que el cauce se desborda y ocupa áreas de ribera por donde circunstancialmente se puede navegar… Mucha adrenalina, muy divertido, pero, para eso hay que saber, tener experiencia… Hoy este comentario no va de eso; quizás más adelante.

¿Que qué podemos hacer en el río? Pues lo de siempre, más o menos: ver los pueblos, los campos, las montañas…; solo hay que desembarcar (no siempre hay un buen sitio, ni es fácil llegar al pueblo, al paisaje)… No, vale, es broma; hemos dicho una perspectiva diferente. En realidad, en el río, estamos en el punto más bajo posible del territorio y,  limitados por el casi constante talud y / o por la vegetación. La mirada suele, pues, traernos un horizonte cercano, ya que el río rara vez camina recto. Pero en el río está la mayor sensación de aventura; estamos ante lo desconocido, nos trae de manera intensa aquella sensación de explorador que de pequeños sentíamos en las tardes de verano, con los amigos del pueblo o del camping en la playa…, atentos solo a lo próximo, al siguiente paso en el monte, el río, la laguna, la cueva, a la siguiente rama a que agarrar…, a cuándo encontrarías un ser extraño, algo que cazar, un tesoro, al enemigo…, la aventura.

Recorrer el río es un gozo para los sentidos; estéticamente es precioso, una maravilla, continuamente una postal, un lienzo; está el aleteo, el canto de los pájaros, el viento en las hojas, el agua fresca o cálida en las manos, la sensación de paz, incluso de soledad, de aislamiento y lejanía del mundo, el olor a vegetación, a verde, a vida, a las plantas aromáticas… De vez en cuando, cualquiera que sea el sentido de nuestra marcha – aguas abajo o arriba – hay que darse la vuelta y dar un vistazo al tramo recorrido, para apreciar el dibujo en las dos caras de la moneda, mirar el follaje al trasluz o iluminado, el dibujo de la sombra de los árboles en la lámina de agua…

¿Qué podemos ver desde el río?. ¡Pues el río!. De ninguna otra manera lo vemos tal cual es: no desde puentes, no desde los paseos de los encauces o de las llamadas recuperaciones de ribera - ¿recuperación?, ¿la ribera no era del río y al río se lo hemos tomado prestada? -, a que tanto se han aficionado nuestros munícipes en los últimos años. Reconocemos que queda bien, queda bonito y asequible a todo el mundo, para deporte, para pasear... Pero no es el río. El río es naturaleza, es un lugar salvaje, cambia año a año, estacionalmente…, a su antojo; igual derriba la ribera y árboles enormes, arrastrándoles aguas abajo, que impulsa con su sabia a otros hacia el cielo. El río cierra y abre caminos playas, islas…, llena el cauce de carrizo o lo arrumba a su placer. El río – la orilla – también es selva (o casi): cientos de especies crecen exuberantes, se mezclan y entretejen, pinchan, pican, cortan, enredan, esconden una tímida fauna…; de la menos tímida, aunque siempre mantienen la distancia, los pájaros: garzas, martín pescador, anátidas (patos, para entendernos), imprevisibles vuelos de golondrinas, vencejos... De la fauna acuática, más que nada vemos boqueos, algún salto o remolinos de barbos, carpas, y otros pequeños pececillos; sobre la lámina de agua los aclaraguas (zapateros), libélulas, mariposas continuamente de un lado para otro…

En el río podemos pensar que más allá de la orilla, del talud, están los lugares por los que ayer hemos caminado o que, tal vez, visitaremos mañana; ayer, por ejemplo, asomaba al río la espadaña de la iglesia parroquial de Fresnillo, una de las localidades del Duero más próximo a Aranda, a que hemos aludido ya en otras rutas, como la Vid, Vadocondes, Villalba, Castrillo (ver ruta días 8 y 23 07) o Berlangas y Roa… También, más allá de la orilla, el otro río que nos lleva: planteles de vid asolando el verde de los racimos, que pronto serán mosto… Y más allá, en las rastrojeras, en los perdidos, los rebaños de churras, otro buen motivo para acercarse a esta tierra: el insuperable lechazo asado.
 
¡Feliz jornada!.
 
En Kinedomus Bienestar, puedes informarte o aclarar cualquier cuestión respecto de vuestra ruta.