jueves, 24 de julio de 2014

Senderismo en el embalse de Burgomillodo – parte II -.

 
Para la parte I de la ruta que hoy seguimos comentando, puede acudirse a este mismo blog, a la escapada del pasado día 15.
Nos habíamos quedado a la altura del Monasterio de la Hoz. A su patrón bien podría anotársele un postrer milagro, consistente en frenar la cota de la presa del embalse del Burgomillodo ya que, de otro modo, hubiera, sin duda, crecido mucho más, inundando el precipicio calizo cuya proximidad nos transmite inquietud y admiración a partes iguales. La subida del agua le hubiera restado espectacularidad y atractivo. A cambio, almacenamos unos cuantos litros menos…
 
Con el embalse está lleno, el agua llega a los muros de la Hoz (incluso tapa alguno) ya que, al contrario de San Frutos (en alto), se construyó en una repisa en la punta de un fino y vertical espolón rocoso que hoy constituye el meandro más esbelto de los que forman el cañón del Duratón. Los monjes buscarían tranquilidad y recogimiento y a fe que lo consiguieron pues sigue siendo difícil acceder al recinto y las alternativas son casi escalar o utilizar una piragua. En realidad esto no importa excesivamente pues la vista desde el mirador, en el páramo, es absolutamente impresionante, como también desde la orilla opuesta, lo que veremos dentro de unos 16 km. y 4 horas, desde el tramo entre la Nogalera y la Cueva de la Llave o la Cruz del Canto.
 
Seguimos a través del páramo, vadeando barrancas - desde la de la Chorrera la senda transita ya a la sombra del pinar, continuando así hasta el meandro de la Molinilla -, por el borde del cañón y a vista de pájaro sobre el valle y la masa de agua. El cantil continuará, con intermitentes roturas (Molinilla, Charco Redondo, río San Juan, Valdemuelas…), al menos hasta Sepúlveda: un cañón casi continuo de no menos de 30 km. ¡la leche!.
No vamos a llegar tan lejos y nuestro objetivo es el Puente de Villaseca, el más cercano paso a la ribera opuesta y hacia allá nos dirigimos buscando el mejor camino tras la revuelta de la Molinilla, alejándonos un tanto del río (la orilla empieza a resultar demasiado intrincada y salvaje), trazando por el pinar directamente hacia los Pradillos.
 
En las cercanías del puente vegetación y cortados impiden el acceso directo y hemos de remontar un trecho del río San Juan, que desemboca en las inmediaciones, hasta encontrar un paso adecuado (piedras). Unos 500 m. de carretera nos dejan en el área recreativa del puente de Villaseca; sombra,  cervecita y buen bocata nos ayudarán a encarar la otra mitad de la ruta.
Desde el puente de Villaseca la senda va junto al río hasta la Molinilla; tramo precioso e interesantísimo: a izquierdas el río, cristalino, rápido, truchero, ¿nutrias?, la vegetación de ribera, árboles como velas y enorme altura para superar el cantil y alcanzar la luz por encima de él; cuevas de los Siete Altares, del Cura, del Santero…. El paso de los barrancos –más abundantes en esta ribera - fácil, al atravesarlos en su punto más bajo, en su desembocadura en el Duratón, lo que no sucederá cuando volvamos al páramo.
 
Al páramo remontamos tras la Molinilla, a lo menos transitado de la ruta. Hasta llegar a San Frutos es más salvaje, más árida y, por tanto, más dura; la senda es menos evidente, perdiéndose a veces…, un continuo baja – sube en los barrancos (sin nombre). Y, sin embargo es un tramo casi mágico: a unos pasos sigue el espectáculo del Duratón, el vértigo de los paredones, invisible el próximo (marea acercarse), a la vista el opuesto sobre el que pasamos hace no tanto con similar sensación, rapaces, carroñeros y otra multitud de aves al lado, bajo y sobre nosotros, en el aire las esencias del tomillo, espliego, sardinilla, el bálsamo del pinar, las carrascas y las estepas… y ¡ni un alma en todo el rato!.
 
Fotos y más fotos nos entretienen y alargan la marcha…, desaparecieron las nubes y hace calor…; de repente nuevamente la Hoz. ¡Impresionante!, una vez más (disculpas). Más fotos…. Nos sentamos un rato… Nos vamos hacia San Frutos. Recorremos la zona, más fotos…
Descendemos al agua nuevamente; senda de 2.5 km. ¡única! hasta la subida del Barranco, última dificultad de la jornada (100 y 700 m. de ascenso). Dos kilómetros más nos bajan al pie de presa, al coche y a una buena jarra de cerveza, completando los 29.5 totales. ¡Nos la hemos ganado!.
 
Fraccionar la ruta (perfectamente viable) es la única forma de saborear de verdad el paseo, vistas, paisaje, San Frutos, la Hoz, cuevas, aves… Y atención a restricciones del Parque sobre época de nidada, cría: no entrar a ciertas zonas y transitar lejos de los cortados; incluso solicitar permiso (Casa del Parque, 921540588).
¿Quieres venir y disfrutarlo?.
En Kinedomus Bienestar, tenemos a tu disposición toda la información y ayuda para preparar tu jornada.
¡Feliz escapada!
 

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